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lunes, 20 de mayo de 2013

¿SOMOS MAESTROS RECEPTIVOS O PROPOSITIVOS?
Hace un par de días me preguntaba por qué los maestros en los países en desarrollo no nos caracterizábamos por ser reflexivos acerca de nuestro quehacer docente, a diferencia de los profesores del primer mundo. Espontáneamente asocié a la economía con nuestra cultura. Un país rico en territorio; hombres valientes, defensores de nuestra patria; soberano e independiente;  pero arrastrando un sentimiento del ser desvalido, de inferioridad, de víctima. Sentimiento que nos conduce a la dejadez y conformismo con una actitud de confort disfrazada de impotencia y desesperanza ante el poder que manipula sobre nosotros el Estado que nos conoce bien y sabe qué estrategias y qué discurso utilizar para el beneficio propio a costa de un pueblo que permanece gritando con una voz ya sorda ante aquellos que creemos nos salvará pero pronto se asilencia porque no tiene fuerza ni iniciativa para trascender de ahí, solamente demostrar que las súplicas que hacemos fortalecen más a ese poder.
Los maestros del primer mundo también cuentan con un sistema educativo con el que no están de acuerdo, pero entre algunos de esos países viven un proceso del que se responsabilizan los mismos profesores, no terceros.
Los señores Zeichner y Liston ( 1987 ) con sus propuestas de programas de acción reflexiva, afirman que “ni la universidades ni las escuelas pueden legislar la democracia”. Pero no sólo confían en un cambio, sino que proponen y llevan a cabo medidas para impulsar a los docentes a darle validez, crédito y confianza a lo que ellos mismos son y tienen para ofrecer; no a confiar a ciegas en lo que el otro nos ofrece y que quieren que se reciba incondicionalmente.
Los maestros del mundo tenemos en común una misma historia. En ella no hay fronteras que nos distingan. La muestra de ello está en que los diferentes autores que escriben sobre educación comparten ideas que se solidarizan sobre los mismos temas. Ello significa que se trate de países primer o tercermundistas  la formación docente está controlada por doquier y toca a nosotros los maestros conducirnos en una dinámica de organización de proyectos alternativos a aquellos que nos atan la creatividad; la iniciativa de abrir mundos encerrados en nuestra fe; de volvernos sujetos junto con los otros al experimentar nuestras confianzas y desconfianzas en un ambiente real sin la ficción de fingir lo que no nos conecta a ninguno de los dos sujetos.
¿Cómo lidiar con las ideas impuestas en un sistema educativo público? Dentro de ese ambiente no lo sé, pero fuera de él sucedió que tuve el deseo ferviente de crear una alternativa para la enseñanza del inglés como lengua extranjera. Categorizo a esta iniciativa como alternativa, no en el sentido de novedad para los demás, a pesar de que en mi pueblo no había otra opción. Es una alternativa porque yo estoy involucrada íntimamente con el pequeño proyecto de adentrarme, junto con los niños, en un taller de inglés. Aquí estamos todos entregados a un mismo proyecto con una intención muy propia cada uno y viviendo su proceso muy personal cada quien.
Haber partido de mis intuiciones y conocimientos me enriqueció espiritualmente porque no me mantuve como espectadora del proceso que los otros vivían. También mi proceso vivencial se articulaba con los niños.
Este vínculo entre ambas partes rompe la frontera de la persona que analiza y el objeto de estudio y se llega a fundir en una sola parte que se integra sin sentirlo. Lo que yo perseguía era poner en práctica mis ideas en conjunto con mis saberes persiguiendo el reto de poner en juego mis capacidades de enseñanza; practicar libremente mis ideales implícitos  en mis ideas; ofrecer un servicio del que la comunidad prescindía.
Las alternativas no son un desafío para aquellas instituciones que robotizan al ser humano. Las alternativas nos cobran vida al recuperar la voluntad, la alegría, la esperanza, el ánima. Tomar el riesgo de proponer y ejercer iniciativas es algo que todos podemos hacer en la medida de nuestra posibilidades, independientemente del espacio territorial en que nos encontremos.

Referencia:
ZEICHNER, K. / LISTON, D. “Teaching student teachers to reflect”, Vol.57.No. 1. 1987. Pp. 23-45

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