I.III.-Profesional
investigador.
“De ahí la
importancia de debatir y comprender que la universidad no es el único lugar
para hacerse maestro investigador, pues el maestro se hace investigador desde
su propia práctica, cuando la mira, la pone en cuestión y busca transformarla
teniendo como norte la educación liberadora”[1].
Para iniciar, es importante
hacernos la pregunta ¿Cómo y dónde se forma un profesor investigador? Messina
hasta cierto punto nos da la respuesta al afirmar que se hace investigador
desde su propia práctica, estoy de acuerdo puesto que, me imagino a un docente
recién egresado de la normal que decide no ejercer para convertirse primero en
investigador, la pregunta ahora es ¿qué va investigar, que tema es el que puede
observar que presentan en general sus alumnos, con que finalidad piensa
investigar, cuál va a ser la motivación que lo invite a seguir investigando?
Simplemente se ve difícil, más no podemos decir que imposible.
Es por ello que estoy
convencido que la necesidad de investigar debe nacer a raíz de otra necesidad,
la cual puede ser dar solución a problemas que afectan a nuestros alumnos, para esto, es preciso señalar que se requiere
de un cumulo de factores, entre los que podemos mencionar: compromiso, experiencia, teoría
y práctica. Si no se cuenta con alguno de los factores ya descritos, la
investigación sería incompleta y por ende los resultados serían pocos o nulos.
Esa relación teoría-práctica, es un binomio que jamás se debe romper, pues como
menciona Messina “Se puede pensar la formación del maestro investigador no
desde la práctica o desde la metodología de la investigación, sino desde un
lugar donde teoría y práctica se integran y dialogan, donde se hacen presentes
la filosofía de la educación, la sociología de la educación, la semiología, la
sistematización educativa, etcétera”[2].
Además de la
teoría-práctica, el compromiso como docentes hacia la educación de los alumnos
es otro factor que ya se mencionó como de suma importancia para lograr hacer
una buena investigación, lo puse en primer término puesto que, si no contamos
con éste, los otros no se pueden ejercer, si en nosotros domina la calma, la
despreocupación, el confort, el renegar, el culpar a los demás, etc. es
imposible pensar que podemos hacer algo para ayudar a nuestros estudiantes a
solucionar que les afectan en sus estudios; es por ello que “El maestro
investigador es uno que está comprometido con los niños, los jóvenes, los
adultos, que puede trabajar tanto en programas educativos formales como no
formales, que está dispuesto a acompañar a todos los sujetos, adoptando como norte su
autonomía y su realización”[3].
Finalizo haciendo énfasis en
que, como docentes siempre debemos de tener ese espíritu investigador, es por
ello cuestionarse desde una actitud negativa del discente hacia alguna
actividad a realizar o desde una mirada que refleja ese rechazo hacia la
escuela hasta un problema grave que está afectando los estudios de los infantes,
y claro poner en práctica los elementos ya descritos y otros que consideren
necesarios para abatir de la mejor forma dichas dificultades.
I.III.I.-Mi
experiencia como investigador
Como docente, año con año me
enfrentaba con un problema grave en la mayoría de mis alumnos, su competencia
lectora era deficiente puesto que no cumplía con los requerimientos necesarios
para comprender hasta cierto grado lo que decían los textos escritos. Ciclo con
ciclo me daba a la tarea de diseñar y llevar a la práctica nuevas estrategias y
actividades que respondieran ante dicho problema, las cuales eran fruto de mi
experiencia y conocimiento, ya que no me daba a la tarea de consultar
bibliografía, si acaso el programa de estudio. A pesar de ello, y tomando como
base el desarrollo de mis alumnos, retomaba las estrategias y actividades o las
modificaba por otras y hasta cierto punto estoy convencido que logré mi
objetivo, esto al desarrollar el gusto por la lectura.
Tuve que llegar a la
maestría para ponerme a investigar más de lleno sobre el tema ya arriba
descrito, con esto me di cuenta que ciertamente, mucho de lo que hacía estaba
muy bien y era respaldado por diversos autores, sin embargo también había
detalles en los que me estaba equivocando, esto principalmente al darle mucha
importancia a la lectura en voz alta, y querer que se hiciera de forma
impecable interrumpiendo constantemente a los niños cuando se equivocaban.
En estos momentos con un
cumulo mayor de teoría y práctica, me siento con mayor confianza y más capacitado
para promover la lectura, tanto el gusto como la comprensión, me siento con más
herramientas; más sin embargo también estoy consciente que aún falta mucho que
aprender, es por ello que debemos seguir investigando y hacer las
modificaciones pertinentes en nuestra práctica docente.
En pocas palabras y antes de
finalizar este apartado, en lo particular lo que pretendo al desarrollar la
competencia lectora con mis educandos es eso que Messina llama “empoderamiento
de los sujetos de sí mismos y de los otros”[4]. Pues cuando un alumno
“sabe leer”, es capaz de aprender por el mismo “autoaprendizaje” y no necesita
a los otros, es por ello que mi meta es que el niño se enseñe a “aprender a
aprender” por si sólo al leer diversos textos impresos, esta es la verdadera
educación.
I.III.II.-Obstáculos
con los que nos podemos encontrar para ser un maestro investigador.
Las horas y el tiempo que el
profesor dedica a atender a sus alumnos en la jornada de clase ha tendido a ir
aumentando en los últimos años, esto a través de programas como “Escuelas de
tiempo completo”, aunado a cursos y diplomados que el docente tiene que
realizar si quiere participar en carrera magisterial. Todo esto lógicamente
reduce el tiempo en que el profesor puede preparar sus clases, y por consiguiente
el tiempo para analizar, criticar, reflexionar sobre lo sucedido en su práctica
y finalmente realizar investigaciones que le ayuden dar luz a sus problemas es
casi nulo, ¿a qué horas?, solamente que no tuviera familia y se dedicara el
100% a la docencia.
Mi experiencia como docente,
demuestra que ciclo con ciclo la carga laboral y administrativa tiende a
aumentar, pareciera que las reformas educativas están encaminadas a eso,
“mantener al profesor ocupado para que no analice su situación y se dé cuenta
de la situación tan precaria en la que labora”.
I.III.II.I.-La
evaluación
La evaluación realizada
tanto a alumnos como a docentes tiene distintas finalidades, y una de ellas es
sin duda, cumplir con lo que el sistema educativo nos exige, de lo contrario se
aplicaran las sanciones correspondientes. Entonces yo me pregunto ¿cómo adaptar
una enseñanza local cuando la evaluación es global y universal?, ¿cómo evaluar
igual a una comunidad rural que a un colegio particular?. En fin, esto existe y
seguirá existiendo hasta que los gigantes de la educación lo decidan.
María de la Luz Jiménez nos
habla de ese “control” que ejercen sobre nosotros a través de la evaluación, al
asegurar que “Las directrices reestructuradoras convergen en programas y
proyectos de profesionalización docente, con promesas de mayor autonomía y
estatus a los profesores que se inscriben respondiendo a las propuestas
formadoras, pero al mismo tiempo se ejerce un mayor control a través de la
evaluación y nuevas reglas para la carrera docente”[5].Esto es algo de lo que ya
mencionábamos, con la profesionalización como que nos sentimos libres para
volar por lugares distintos que nos ayudan a dar luz a nuestros problemas
dentro del aula, sin embargo nos cortan las alas y por ende nos caemos en caída
libre cuando se llega el momento de la evaluación y nos dicen “esto es lo que
usted y sus alumnos deben saber” y no me importan las escusas.
Sin embargo a pesar de los
obstáculos tan grandes con los que nos podemos enfrentar para ser maestros
investigadores, debemos no vencernos y encontrar siempre el momento y la forma
para constantemente indagar, reflexionar, evaluar y analizar nuestra práctica
docente y por consiguiente investigar todo aquello que nos preocupa para llegar
a soluciones concretas, como dice Messina “Sin duda existen condiciones que no
permiten salirse de los esquemas preestablecidos, recursos escasos, espacios
precarios, etcétera. Pero aun reconociendo que el sistema educativo opera como
un gigantesco panóptico, existen intersticios donde el maestro investigador es
posible, necesitamos pensar que es posible, hacerlo real, sin detenerse por
aquello que no está listo: empiezo desde donde estoy y en las condiciones en
que estoy, sin esperar a que cambie”[6].
Jiménez Lozano María de la
Luz, Formar-se en investigación. Modos de
relación y saberes de la experiencia. En Calderón López Velarde, Jaime
(Coordinador) (2012). Investigación, formación y docencia. De los imaginarios a
las posibilidades de praxis. Zacatecas/UPN Taberna libraría editores, pp. 55-88
Messina Graciela, ¿Qué es esto del maestro investigador en
América Latina? En: Calderón López
Velarde, Jaime (Coordinador) (2012). Investigación, formación y docencia. De
los imaginarios a las posibilidades de praxis. Zacatecas/UPN Taberna libraría
editores, pp. 35-52
[1] Messina Graciela, En:
Calderon López Velarde, Jaime (Coordinador) (2012). Investigación, formación y
docencia. De los imaginarios a las posibilidades de praxis. Zacatecas/UPN
Taberna libraría editores, p.45
[2]
Ídem, p. 42
[3] Ídem.
P. 50
[4] Ídem,
p. 47
[5]
Jiménez Lozano
María de la luz, En Calderón López Velarde, Jaime (Coordinador) (2012).
Investigación, formación y docencia. De los imaginarios a las posibilidades de
praxis. Zacatecas/UPN Taberna libraría editores, p. 66
[6] Óp. Cit. Messina, p. 50
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