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sábado, 27 de abril de 2013

Incentivos docentes como reformas.

¿Incentivos docentes u obstáculos laborales?

La reformas vividas en mi trayectoria profesional las considero como un aumento en la burocracia del sistema educativo de nuestro estado; cada vez asfixian a los docentes con trámites y cursos que no aterrizan en un cambio verdadero en la calidad de la educación. En el 99, cuando me integré al servicio, conté con una clave E3 dentro de los programas compensatorios, el objetivo era que los maestros nos arraigaramos en las comunidades donde prestabamos nuestro servicio e implementaramos estrategias para abatir el rezago educativo, entre otras cosas. En el 2000, dicho incentivo a los maestros cambió por REDES, haciendo categorías de escuelas y estableciendo montos de acuerdo al tipo de organización de cada centro escolar, de esta manera el monto más alto era para los docentes que trabajaban en escuelas unitarias, en seguida estaba la categoría de escuelas bidocentes y y tridocentes, luego las tetradocentes y pentadocentes, y finalmente la categoría de quienes trabajaban en escuelas de organización completa.

El trabajo dentro de este programa compensatorio ha tenido que ver asuntos relacionados con el rezago escolar, fomento de la cultura y el deporte, etc., actualmente esta vigente el programa, cada día más atiborrado de asuntos administrativos, envío de informes preestablecidos por la instancia estatal, documentos que solo entorpecen el verdadero trabajo frente a grupo. Los montos siguen siendo los mismos desde hace aproximadamente 13 años, por su parte, aunque son convenios que supuestamente se firman si hay consentimiento del docente, el gremio magisterial continua trabajando bajo esta estructura porque la situación socioeconómica lo amerita o porque si no se firma dicho convenio habrá señalamientos de los inmediatos superiores hacia los docentes.

En otro sentido, las reformas educativas, respecto a lo verdaderamente pedagógico, no han sido otra cosa más que cambio de nombres a programas, todos los cambios se han orientado bajo la corriente constructivista; lo que antes se llamaba enfoque funcional ahora es una competencia, en fin, el mismo asunto, solo que los materiales que aporta la SEP son cada vez de menor calidad en su contenido. En lo personal, he vivido reformas y programas que no se han consolidado, por ejemplo, la articulación de la enseñanza del Español a través de un material de lectura del cuál se derivaban actividades en un libro de ejercicios, la renovación de los libros de texto estaba prevista para todos los grados de educación primaria, sin embargo solo se dió hasta el cuarto grado. En el gobierno de Fox se intentó digitalizar los libros de texto a través de Enciclomedia; solo se logró en los grados de quinto y sexto, y la gran inversión no cumplió su objetivo inicial.

Ahora estamos frente a una reforma administrativa, porque no es una reforma educativa, porque, en mi opinión, los docentes tenemos mucho que abonar si se quiere hacer una reforma educativa efectiva. Nuestro centro escolar pronto habrá de convertirse en nuestro verdadero hogar, no el segundo hogar. Trabajar la jornada escolar dentro del Programa Escuelas de Tiempo Completo, cumplir con cursos de actualización y llevar a cabo las actividades del PATCM para intentar acceder a nuevos incentivos laborales, realmente no deja tiempo para poder realizar gran cosa fuera del ámbito educativo. Los maestros somos los culpables del desastre educativo actual de acuerdo con nuestras autoridades, pero ¿dónde esta la responsabilidad de ellos respecto a proporcionar las condiciones necesarias para poder desarrollar nuestro trabajo dignamente? Es en primer lugar frustrante y luego risible que nos señalen y no vean que los medios con los que contamos no corresponden a las escuelas de comerciales de televisión que muestran el arranque de supuestos programas educativos de vanguardia, nuestras condiciones laborables son muy distintas, con muchas carencias y mucha exigencia administrativa para traducirla en simples estadísticas de las jefaturas regionales para señalar a los docentes sin tomar en cuenta los contextos escolares, las carencias de los alumnos, de sus familias, y la ausencia del gobierno para poder mejorar las condiciones de vida de los sectores más vulnerables.

Hace algunos años comencé a estudiar el idioma inglés por interés propio, no por imposición de algún curso de las autoridades educativas, terminé y busqué la alternativa de poder trabajar en educación secundaria. Para las autoridades no había validez en mis estudios realizados por más de dos años, a pesar de que la escuela en donde realicé mis estudios esta incorporada a la SEP. Con el paso del tiempo, cierto día el Centro de Maestros, (instancia encargada de desarrollar y coordinar cursos y/o trayectos formativos) me contactó para que coordinara un curso de Inglés para maestros de primaria y secundaria, acepté más por compromiso moral que por compromiso laboral, curiosamente ahora si tenía validez mi estudio realizado.

Considero que no se trata de imponer, se trata de que cada docente tenga el verdadero compromiso de servir a nuestra niñez; la imposición de cursos o programas de nada sirve si no hay compromiso de las autoridades, por ejemplo, cuando ponen al frente de éstos a personas que no tienen el perfil o que son totalmente ajenos al ambiente educativo. Es triste ver una reunión estatal donde los encargados de la implementación del idioma Inglés en las escuelas primarias de nuestro estado, los coodinadores, no tengan la preparación suficiente para desarrollar su trabajo, pero lo más importante, para lograr que se cumpla el objetivo el programa, que la niñez zacatecana se beneficie realmente en su formación integral.

Los docentes comprometidos buscan alternativas para lograr aprendizajes en los alumnos con las reformas educativas, sin las reformas educativas y a pesar de las reformas educativas.

BIBLIOGRAFÍA.
POPKEWITZ Thomas S, Lind Kathryn. “Incentivos docentes como reformas: Trabajo docente y cambio de los mecanismos de control en educación.” En Maestros. Formación, práctica y transformación escolar. Miño y Dávila Editores S.R.L. Buenos Aires, Argentina. 1998.

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