CÓMO SE PERCIBE LA EVALUACIÓN EN LA
ESCUELA PRIMARIA.
La evaluación con exámenes
comerciales.
La evaluación es el proceso de obtener,
sintetizar e interpretar información para facilitar la toma de decisiones[1].
Cuando las personas oyen la palabra evaluación, piensan de inmediato en
estudiantes que realizan pruebas escritas para determinar cuánto aprendieron.
Si bien estos exámenes son un componente
importante para evaluar, la evaluación es algo más que administrar pruebas para
calificar a los alumnos, ya que abarca toda la información que se recaba en el
aula: conocer al grupo, planear y dar seguimiento a la enseñanza, crear una
cultura escolar funcional, además de aplicar pruebas y otorgar calificaciones.
La
evaluación es un término general que incluye todas las modalidades en que los
maestros obtienen información y la utilizan en el salón de clase. Una vez reunida la información, el maestro se sirve
de ella para tomar decisiones o hacer juicios acerca de los alumnos, la
enseñanza o la atmósfera del salón de clase.
Para recabar información destinada a la
evaluación, es necesario que el maestro utilice varias técnicas (técnicas de
papel y lápiz, de observación, de preguntas orales, entrevistas, el coloquio,
el portafolio y el trabajo del alumno en clase entre otras). Las utilizará
principalmente para obtener la información que necesita para la toma de
decisiones en el salón de clase y no únicamente utilice sólo un instrumento.
La mayoría de los maestros utilizan pruebas
comerciales para evaluar el aprovechamiento de los alumnos, debido a que
realizar las pruebas lleva mucho tiempo, conocimientos técnicos e inversión.
Las de mayor uso ofrecen una sólida base tecnológica, reactivos bien
estructurados, un formato atractivo, normas de gran complejidad estadística y
calificaciones uniformes.
En ellas se refleja más esmero, interés y
especialización que en las pruebas preparadas por el maestro o que las
incluidas en el libro de texto. Pese a ello, cabe preguntarse si proporcionan
la información necesaria para tomar decisiones válidas respecto al
aprovechamiento escolar.
Las pruebas preparadas por el maestro y las
del libro de texto se juzgan, sobre todo, según permitan hacer una evaluación
justa del aprendizaje de lo que se enseñó en clase. Una prueba que no
suministra la información deseada sobre el aprovechamiento escolar será
inválida y por lo mismo tampoco servirá para tomar decisiones.
Existen cuatro factores que influyen en su
validez y en su confiabilidad: 1) la convivencia del contenido y de los
objetivos probados; 2) la representatividad de la muestra de referencia; 3) las
condiciones en que se aplica; 4) las interpretaciones erróneas de los
resultados.
Las pruebas estandarizadas no tienen por
objeto evaluar todos los objetivos de enseñanza de todos los profesores, más
bien están diseñadas para evaluar los objetivos básicos que la generalidad de
ellos abarcan en su labor docente y al seleccionar un conjunto de objetivos,
los creadores tratan de garantizar que la mayoría de los estudiantes se
familiaricen con los de la prueba.
En general, los profesores se dan cuenta de
que los objetivos de las pruebas comerciales reflejan la enseñanza impartida,
pero pocos encuentran en ellas todos los temas que se desarrollaron en el
bimestre. Prácticamente todas las pruebas comerciales del aprovechamiento se
basan mucho en los reactivos de opción múltiple, esa restricción significa que
algunos temas u objetivos tal vez no se prueben en la forma en que se
impartieron o se probaron en clase.
La interpretación de las pruebas
estandarizadas plantea dos problemas muy frecuentes: exagerar o interpretar
erróneamente los resultados, debido a los tipos de calificaciones con que se
describe el desempeño escolar en ellas son diferentes a las que emplean los
profesores, por ello aumentan las probabilidades de interpretaciones
equivocadas
El principal problema al interpretar las
calificaciones de pruebas comerciales es la exageración del aprovechamiento de
los resultados, pues son elaboradas por profesionales, se ensayan en muestras
nacionales de estudiantes de todo el país. Una cosa es cierta, los padres y el
público en general tienen más fe en los resultados de ellas que en las
evaluaciones que el profesor realiza y reúne con el tiempo en las clases
diarias.
En base a lo anterior, podemos decir que
toda calificación, tanto en pruebas estandarizadas como en las preparadas por
el profesor, es poco confiable que las diferencias pequeñas en ella no indican
divergencias verdaderas entre los alumnos. Antes de tomar alguna decisión
basándose en esta clase de información, es necesario reflexionar sobre el
conocimiento personal que con su contacto en el aula tiene de los hábitos de
trabajo, la personalidad y los logros del alumno.
Finalmente, mientras menos sean los
reactivos, menos confiables serán los resultados y la calificación. Esto puede
ser un problema serio en las pruebas comerciales estandarizadas que contienen
pocos reactivos abiertos orientados al desempeño del alumno. Con ellos se
evalúan áreas no cubiertas por los reactivos de opción múltiple, pero hay que
interpretarlos con cautela, pues son relativamente pocos.
Por
consiguiente, es importante que la evaluación en su capacidad de ayudar al maestro
le ayude a tomar la decisión correcta. Debido a que una evaluación aislada
ofrece una muestra limitada del comportamiento del alumno, ningún método o instrumento por sí sólo suministrará
información perfecta y sin error.
Esto
se debe, a que toda información para la evaluación contiene cierto grado de
confiabilidad o incongruencia debido a factores como la ambigüedad de los reactivos de la prueba, las
interrupciones durante su realización, las diferencias en el rango de atención
de los alumnos, la claridad de las instrucciones, la suerte de los alumnos para
adivinar, los cambios de estado de ánimo, los errores al calificar y la
obtención de una muestra demasiado pequeña de la conducta que no permita a los
alumnos mostrar un desempeño uniforme y estable.
Profr: Juan José Castañeda Curiel.
[1] Airasain, Peter W. La evaluación en el salón de clases.
Primera edición SEP/ McGraw-Hill Interamericana Editores. Pág. 8
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