EL
DOCENTE: UN INTELECTUAL TRANSFORMADOR INACTIVO
Como docente de educación
primaria, me he enfrentado a varias dificultades, una de ellas es
indudablemente a “tener que enseñar lo que creo irrelevante”. En los programas
de estudio nos mencionan los contenidos a tratar en cada grado, sin embargo hay
algunos que me pongo a pensar –y estos para qué. Sin embargo, debo reconocer,
he sido obediente con la finalidad de evitar una llamada de atención por las
autoridades educativas superiores, pues para ellos es muy importante abordar los contenidos marcados en el
curriculum. Sin embargo, como maestro multigrado, debo reconocer que me he dado
libertad de darle prioridad a ciertos aspectos y algunos contenidos se los he
hecho a un lado, claro, esto me ha costado que en los exámenes aplicados a los
alumnos a nivel zona, los resultados no nos han favorecido.
Quizás la desmotivación de
muchos docentes sea ese, enseñar de manera obligada ciertos contenidos a pesar
de que no los sientas como útiles y necesarios para los alumnos. Lo lamentable
es que todo nos lo imponen, nos sentimos un tanto aislados, pues somos los
últimos en enterarnos y mal informarnos de todos los cambios educativos que van
surgiendo y somos los principales responsables de que aquello se implemente y
dé resultados, -que contradicción no?. Es por ello que se menciona que “Estos
enfoques significan, por lo general, que tanto a docentes como a alumnos se los
“sitúa” dentro de planes de estudio y esquemas administrativos de la educación
que reducen sus roles a la implementación o a la recepción de metas y objetivos
elaborados por editores expertos y otros muy alejados de las especificidades de
la vida cotidiana en las aulas. Este tema a adquiere mayor importancia cuando
es visto como parte de una objetivación creciente de la vida humana en general.
El concepto del docente como intelectual ofrece una postura teórica para luchar
contra este tipo de imposición ideológica y pedagógica”[1].
Siento que nuestras
autoridades educativas están llenas de contradicciones, pues pregonan y nos
invitan a ser creativos, imaginativos, reflexivos, críticos y demás, pero desde
el primer día de clases te dicen, esto es lo que tienes que enseñar, los
objetivos y propósitos son estos, debes de enseñar de esta forma usando esta
metodología, los libros de texto son estos, y hay que lograr que los alumnos
los contesten en su totalidad. O sea, esto es como ser creativo e imaginativo
pero con infinidad de límites y restricciones, entonces ¿hasta dónde ser
creativo, imaginativo?
Todos los docentes somos
intelectuales transformadores, sabiendo que “Dentro de esta perspectiva de la
enseñanza, la reflexión y la acción crítica se vuelven parte de un proyecto
social fundamental para ayudar a los alumnos a desarrollar una “conciencia”
profunda y duradera en la lucha para sobreponerse a las injusticias y cambiarse
a sí mismo”[2].
Sin embargo por distintas razones
algunos estamos inactivos, la rutina, el hastío, el exceso de talleres, cursos,
diplomados, el cumplir con los programas compensatorios y escuelas de tiempo
completo y actividades cocurriculares, hay cumplido su objetivo: matar nuestro
ingenio, creatividad, imaginación, etc. por el simple hecho de sentirnos
preocupados, angustiados, desmotivados, solos ante infinidad de actividades a
realizar.
Desgraciadamente las
evaluaciones nacionales e internacionales nos tienen con la mano en el cuello,
pues ellos quieren saber los logros que según sus necesidades e intereses deben de haberse alcanzado, para saber que
está mal y que hacer. Mientras esta homogeneización se dé y la globalización
esté al orden del día, se los digo como docente, veo muy difícil, complicado y
casi imposible, que algún día nos den a los docentes la libertad de adaptar el
curriculum a nuestro medio ( rural o urbano) y en si a las características y
necesidades de los alumnos, y si por algo se nos ocurre, las consecuencias
podrían ser que los resultados en ENLACE, por ejemplo, fueran deficientes, y
como docente fueras etiquetado como, “un docente ineficiente, carente de la
pedagogía para enseñar”. O sea, ¿qué haces, o te alineas o te…?.
Ya por último me quedo con una idea de la lectura, la cual menciona
que “Estas alianzas son absolutamente necesarias para que los docentes, en
especial dentro de las escuelas públicas, puedan traer fuerza exterior para
luchar por condiciones ideológicas y materiales dentro de las escuelas que les
permita funcionar como intelectuales. Es
decir, condiciones que harían posible que reflexionen, lean, compartan su tarea
con otros, produzcan materiales para el programa, publiquen sus logros como
docentes, y otros fuera de sus escuelas locales, etc”[3]. sería lo ideal, sin
embargo la realidad es un tanto difícil y complicada.
Bibliografía
Aronowitz
Stanley y Giroux Henry, en: ALLIAUD, Andrea, y DUSCHATZKY, Laura, Maestros. Formación, práctica y transformación
escolar, Buenos Aires: Niño y Dávila
Editores-Universidad de Buenos Aires, pp.161-185
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