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miércoles, 27 de febrero de 2013

RESISTENCIA A LA IMPOSICIÓN.


Es cierto que estamos ubicados en una historiografía que por su razón de ser no es inmutable, está en constante cambio y por ello las sociedades se transforman a la par, o dispar. Sí, no todos los aspectos de la vida caminan en armonía, hay circunstancias que están desfasadas y se debe en gran parte a fracasos que se encuentran en los sistemas, específicamente me refiero al sistema educativo.

La madeja se enreda cada vez más en el curso que toma la historia de la institución educativa cuando al ver que los argumentos sobre una buena educación siempre recaen en cuestionar la calidad del profesor. Y cuando digo que la madeja se enreda es pensando en que las ideas van y vienen en el tiempo, siendo las mismas siempre, pero que por sus diferentes combinaciones las probabilidades de parecer nuevas son infinitas, por eso es que son las mismas ideas pero que por sus contantes combinaciones ya no hay argumento que tenga sentido. Ahora renegamos los maestros de estar desarrollando nuestro trabajo en medio de un caos social donde se aplica un currículm homogéneo para un contexto lleno de diversidad. Sin temor a equivocarme, me atrevo a afirmar que aunque tuviéramos el currículum idóneo nos seguiríamos quejando porque quedarían todavía muchas otras piezas que no encajan en un mismo orden: el ambiente político, económico, poder transnacional, y sobre todo, carencia de vocación.
Recapitulando los diferentes ámbitos sociales en que me desarrollé en el campo de la enseñanza del inglés, recuerdo no haber entrado en las complejidades del currículo dentro de los institutos de idiomas. El problema surgió al situarme en una realidad que no es creíble, por parecer la caricatura de la que lejanamente conocía por los que otros me platicaban y que para mí era ajeno y extraño, la educación básica en el sistema público.
Este mundito al revés que ha volteado el sistema educativo no lo puede enderezar el profesor por sí solo en las escuelas públicas urbanas, mayoritariamente, y me refiero a la escuela como institución, no a los alumnos y profesores como las víctimas directas. Los mismos alumnos con los que trabajo en el sistema educativo dejan de ser los seres sociales complejos cuando cambian de ambiente en un sistema educativo no formal, no institucionalizado.
La actitud que manifiestan profesores y alumnos es la de resistencia a adaptarse a una cultura inventada y artificial. Es una gran ventaja tener la habilidad de adaptarse a situaciones desconocidas, ofreciendo una actitud positiva incluso en ambientes hostiles ante las desavenencias cuando se contribuye a que el ambiente cambie. Pero es un riesgo adaptarse a estos ambientes cuando se imponen para vivir en ellos  cuando no se piensan en ellos ni siquiera como única alternativa, sino que es una situación espontánea de esas que aparecen sin darnos cuenta, como circunstancias incuestionables de nuestra vida cotidiana.
En nuestro país estamos viviendo cambios a cada rato, reformas desmedidamente. ¿Cómo  es posible adaptarnos a ello de manera tan rápida? Por eso nos toman de sorpresa, para decir sí a todo sin darnos tiempo de reflexionar, de decidir, de cuestionar. Esto no es adaptarse, esto es estar atrapados…en una trampa. Pero “para un roto, un descocido”. Si hay trampa, también hay redención en la libertad de pensar y ser creativos.
Referencias
Sacristán, Gimeno. "profesionalzación docente y cambio educativo" en Maestros. Formación, Práctica y Transformación Escolar. Ed. Niño y Dávila. Buenos Aires, 1998

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