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sábado, 23 de febrero de 2013


PREPARACIÓM DOMINIO, HABILIDAD Y TALENTO SON CONDIMENTOS PARA FORMAR EL MAESTRO PERFECTO.
La docencia es una profesión que siempre ha estado marcada y formada de acuerdo a las exigencias y necesidades de la sociedad, cada una de ella ha puesto su granito  de arena para exigir y contribuir a que el desempeño  de los maestros se oriente a la formación de ciudadanos con determinadas características  orientadas, dirigidas e inculcadas por el docente; así la docencia tenía un carácter sagrado ( moral y afectivo), la escuela tiempo atrás estaba orientada a formar ciudadanos más que hombres sabios.
La instrucción se entendía como transmisión de conocimientos y desarrollo de habilidades, tenía un papel subordinado, por tal razón  el maestro era el estereotipo de hombre ideal que se pretendía formar en esa época (1875).
En el caso de  las mujeres; se les consideraba educadoras morales por naturales. Las cualidades de su carácter justificaban esta creencia ya que se calificaba como graciosas, dulces y puras; dotadas de una aptitud infinita de emoción y amor, además se le consideraba más penetrante que el hombre y por tal razón conocía mejor el corazón humano, particularmente el de los niños, pero en cuanto a carácter se consideraba que tenia menos condición del mismo, se consideraba que había que llenarla de conocimientos positivos para que pudiera educar y enseñar a la vez.
Para el docente las exigencias eran mayores pues la receta  que presento a continuación se debía seguir para cocinar un buen docente por aquella época de 1800, con una serie de cualidades de carácter ético y moral; la primera y más importante es la vocación,  una predisposición que se define innata, sin olvidar que se nace educador. Lo que se deseaba es que en las escuelas hubiera más vocación, más práctica y menos teoría.
Se exigían ciertas condiciones a los docentes, en primer lugar la fortaleza y energía para mantener el principio autoridad, debía tener buena vista para vigilar cada uno de los movimientos de sus pupilos. Se le exigían al docente cualidades de un buen combatiente, teniendo siempre presente que era un modelo a seguir teniendo más de lo que debía inculcar.
Junto con los avances científicos la sociedad  incluyó la necesidad de que el docente tuviera instrucción  y preparación pedagógica (conocimiento científico). A aquellos que estaban preparándose en dicho oficio se les recalcaba la puntualidad y la asistencia asidua a su práctica.
Ahora se agregaba el saber acerca del  método de enseñanza, amor a la ciencia, amor a la instrucción, cuanto más debían poseer la instrucción mínima  como para constituirse en “obreros  destinados a difundir y vulgarizar las conquistas de la ciencia entre las masas analfabetas”, debían desarrollar habilidades mínimas en el cálculo y la lecto -  escritura, debía tomar posesión de un modelo a seguir se le exigía el amor sin límite a la ciencia y una sabiduría mínima eso bastaba al educador.
La lucha por el reconocimiento social era ardua ya que el docente tenia la posición que la sociedad le asignaba “el maestro de escuela era regularmente un pobrecillo mestizo que había aprendido a leer en la ciudad y a quien la miseria obligaba a hacer la última trampa al diablo convirtiéndose en maestro de escuela”.
El bajo prestigio que la sociedad culta le dispensaba al oficio docente, se hablaba de cualidades genéricas y abstractas que históricamente se determinaron, así el docente debía poseer ”bella presencia personal, tacto exquisito en sus procederes, cultura social, modales finos y elegantes” .  Su prestigio era medido con el productor de la cultura literaria. El maestro moderno ya no es un engranaje mecánico de un ordenamiento como lo estuve describiendo, en la modernidad se exige un titulo y una preparación (profesionalización) abalada por una institución y por su desenvolvimiento laboral.
El oficio del maestro: Contradicciones iniciales.
Emilio Tenti Fanfani., Universidad de Buenos Aires
Facultad de Ciencias Sociales.
Margarita Magallanes R.

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