PREPARACIÓM DOMINIO, HABILIDAD Y
TALENTO SON CONDIMENTOS PARA FORMAR EL MAESTRO PERFECTO.
La docencia es una profesión que
siempre ha estado marcada y formada de acuerdo a las exigencias y necesidades
de la sociedad, cada una de ella ha puesto su granito de arena para exigir y contribuir a que el
desempeño de los maestros se oriente a
la formación de ciudadanos con determinadas características orientadas, dirigidas e inculcadas por el
docente; así la docencia tenía un carácter sagrado ( moral y afectivo), la
escuela tiempo atrás estaba orientada a formar ciudadanos más que hombres
sabios.
La instrucción se entendía como
transmisión de conocimientos y desarrollo de habilidades, tenía un papel
subordinado, por tal razón el maestro
era el estereotipo de hombre ideal que se pretendía formar en esa época (1875).
En el caso de las mujeres; se les consideraba educadoras
morales por naturales. Las cualidades de su carácter justificaban esta creencia
ya que se calificaba como graciosas, dulces y puras; dotadas de una aptitud
infinita de emoción y amor, además se le consideraba más penetrante que el
hombre y por tal razón conocía mejor el corazón humano, particularmente el de
los niños, pero en cuanto a carácter se consideraba que tenia menos condición
del mismo, se consideraba que había que llenarla de conocimientos positivos
para que pudiera educar y enseñar a la vez.
Para el docente las exigencias eran
mayores pues la receta que presento a
continuación se debía seguir para cocinar un buen docente por aquella época de
1800, con una serie de cualidades de carácter ético y moral; la primera y más
importante es la vocación, una
predisposición que se define innata, sin olvidar que se nace educador. Lo que
se deseaba es que en las escuelas hubiera más vocación, más práctica y menos
teoría.
Se exigían ciertas condiciones a los
docentes, en primer lugar la fortaleza y energía para mantener el principio
autoridad, debía tener buena vista para vigilar cada uno de los movimientos de
sus pupilos. Se le exigían al docente cualidades de un buen combatiente,
teniendo siempre presente que era un modelo a seguir teniendo más de lo que debía
inculcar.
Junto con los avances científicos la
sociedad incluyó la necesidad de que el
docente tuviera instrucción y
preparación pedagógica (conocimiento científico). A aquellos que estaban preparándose
en dicho oficio se les recalcaba la puntualidad y la asistencia asidua a su
práctica.
Ahora se agregaba el saber acerca del
método de enseñanza, amor a la ciencia,
amor a la instrucción, cuanto más debían poseer la instrucción mínima como para constituirse en “obreros destinados a difundir y vulgarizar las
conquistas de la ciencia entre las masas analfabetas”, debían desarrollar habilidades
mínimas en el cálculo y la lecto - escritura, debía tomar posesión de un modelo a
seguir se le exigía el amor sin límite a la ciencia y una sabiduría mínima eso
bastaba al educador.
La lucha por el reconocimiento social
era ardua ya que el docente tenia la posición que la sociedad le asignaba “el
maestro de escuela era regularmente un pobrecillo mestizo que había aprendido a
leer en la ciudad y a quien la miseria obligaba a hacer la última trampa al
diablo convirtiéndose en maestro de escuela”.
El bajo prestigio que la sociedad
culta le dispensaba al oficio docente, se hablaba de cualidades genéricas y
abstractas que históricamente se determinaron, así el docente debía poseer ”bella
presencia personal, tacto exquisito en sus procederes, cultura social, modales
finos y elegantes” . Su prestigio era
medido con el productor de la cultura literaria. El maestro moderno ya no es un
engranaje mecánico de un ordenamiento como lo estuve describiendo, en la
modernidad se exige un titulo y una preparación (profesionalización) abalada
por una institución y por su desenvolvimiento laboral.
El oficio del maestro: Contradicciones
iniciales.
Emilio Tenti Fanfani., Universidad de
Buenos Aires
Facultad de Ciencias Sociales.
Margarita Magallanes R.
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