El oficio del maestro.
Contradicciones iniciales del Estado en no proporcionar
los recursos suficientes a las escuelas de educación básica.
Emilio Tenti Fanfani.
Durante el siglo diecinueve el Estado
liberal mexicano, encabezado por Porfirio Díaz, estuvo impregnado de un
ambiente modernizador, como parte de ese proceso de construcción nacional y
progreso, la educación no fue la excepción, y fue parte fundamental del
proyecto modernizador porfirista. Ello hizo necesario replantear la función del
Estado en materia educativa; así, se buscó adecuar la educación a las nuevas necesidades
y encaminarla hacia fines nacionalistas.
El país intentaba definirse como una nación
moderna dentro del contexto mundial del capitalismo, para ello, se utilizó la
educación como el factor central de unidad. La instrucción era el medio para
combatir el analfabetismo y para formar hombres leales al Estado, por lo que se
hizo necesario que el proyecto educativo nacional del porfiriato ordenara y
unificara las distintas propuestas hechas por teóricos, pedagogos, hombres de estado,
profesores y juristas.
Para lo cual, el Congreso Nacional de
Instrucción Pública (CNIP) de 1889-1890, discutió los aspectos educativos. Hizo un diagnóstico
de la situación de la educación y se definieron los lineamientos y las políticas
que tenían que seguirse en materia educativa.
Además, se calificó la realidad educativa, cuyo rasgo educativo
era la desorganización, pues no existía homogeneidad en leyes, reglamentos,
sistemas escolarizados, métodos y progresos; en síntesis no
había acuerdos precisos en materia educativa. Para ello, se establecieron
parámetros que se creían adecuados para la enseñanza.
El estado mexicano necesitaba organizar las
actividades educativas en una sola dirección y trazar políticas que le
permitieran consolidarse como una nación desarrollada y progresista en el marco
que le imponía formar parte de los países capitalistas.
En el aspecto educativo no existían leyes
homogéneas, ni un orden común para la instrucción, ya que en los Estados de la
República las disposiciones tomadas
respecto a la instrucción dependían en la mayoría de los Ayuntamientos y sus
consejeros, lo cual ocasionó que cada
vez se renovaba ésta institución y se modificará también los acuerdos para la
instrucción, dificultando la continuidad y la organización de la educación.
Para terminar con esta anarquía se
exhortó a los Estados, al Gobierno del
Distrito Federal y Territorios a uniformar su legislación y sus reglamentos escolares.
Para lograr la uniformidad de la instrucción e inculcar los nuevos valores al ciudadano
mexicano, no bastó con la organización y la reforma de planes y programas comunes;
se hacía necesaria la formación de los maestros, ya que eran ellos los
encargados de aplicar los nuevos conocimientos y de transmitir el ideal del
Estado porfiriano con su enseñanza por todo el país. En el fondo, se trataba de
igualar un discurso nacional que justificara al Estado liberal.
Sin embargo, conseguir la unidad nacional
para el Estado tenía algunas limitaciones en el nivel educativo, debido a que
los ingresos destinados para financiarla era difícil porque existía una gran diversidad de clases que habitaban
a lo largo de la República Mexicana. Pese a estos obstáculos, la enseñanza fue
utilizada como elemento principal para que el Estado respaldará su postura
liberal y consiguiera la formación de un nuevo ciudadano bajo un solo esquema
nacionalista, todo a partir de dar mayor solidez al sistema educativo nacional.
El énfasis en la uniformidad, reflejaba la
tendencia político-ideológica del régimen, pues se trataba de uniformar, no de
centralizar la educación, ya que los estados seguían conservando su autoridad
sobre las cuestiones educativas en sus respectivos territorios.
La idea de unidad nacional y el impulso de
acciones educativas concretas trataban de formar una escuela nacional mexicana
del porvenir, con una uniformidad en sus distintos ciclos, características que acabarían con las dispersas rivalidades
nacidas de la diversidad de métodos, de libros de texto y de las diferentes
asignaturas.
Con ello, se pretendía a toda costa
promover la educación de las masas, con un doble objetivo; prepararlos en el aspecto
intelectual y formarlos en los principios de amor y respeto hacia las
instituciones liberales.
La triste realidad, es que el Estado no
proporciona a los maestros los medios para que estos ocupen en la sociedad el
lugar que les corresponde, ya que con bajos sueldos la vida se hace pesada,
porque el hombre no vive solamente de ideas y de satisfacciones morales,
necesita también buenos alimentos y comodidades materiales, siendo útil mejor
las remuneraciones del trabajo y de la carrera docente, estimulando par que se
desempeñen bien sus labores.
Por el contrario, el Estado se empeña de no
proporcionar los recursos y materiales educativos a las escuelas, y de poner
cualquier tipo de trabas para que los maestros no puedan ingresar o subir de
nivel en barrera magisterial.
Profesor:
Juan José Castañeda Curiel.
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