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viernes, 22 de febrero de 2013

EL DERECHO A LA DESIGUALDAD.
¿Qué es la igualdad? ¿un derecho que nos  integra a la sociedad  o una estrategia que nos priva de ser individuos que practican su singularidad?
·         El punto de partida.
El origen de las cosas no están exentas de haber nacido de una idea que surgió por otra cosa que dotó de ideas para pensar, para actuar, para formar un criterio que nació a partir de un algo ya existente.
Es cierto, somos iguales porque compartimos una misma cultura, un mismo mundo y porque no somos un George de la Selva que al crecer aislados de una sociedad somos diferentes.
Sin embargo, paradójicamente, sí somos seres únicos y diferentes entre sí.

·         Los maestros somos emisores de la aculturación.
Carlos Lerena me hizo ruborizarme al ver a los profesores como aquellos que imponen o inculcan una cultura en el aula. De entrada me pareció un crimen ser portadora de la igualdad que el Estado proclama para estandarizar las mentes de un pueblo. Es un crimen porque las sociedades no se encuentran en blanco, ávidos de ser salvados por algo desconocido. Ya están organizadas con una forma de vida, lengua, y por lo tanto, cultura. ¿Por qué mi evangelización es mejor?

·         Derecho  a la desigualdad.
No quiero cometer un crimen, quisiera darle otro sentido a mi labor docente trascendiendo la ingenuidad de confiar en que lo que entrego en el aula será tomado como información que puede servir en caso de emergencia en un mundo competitivo.

Las personas tenemos derecho a la desigualdad, a descubrir que no todo nos identifica con el otro, sino que a la vez somos seres únicos e irrepetibles con el derecho de viajar al interior de nosotros mismos y encontrar que ahí es donde se transforma la realidad.
Todos hemos contribuido a convertirnos entre sí en seres estandarizados al convivir en sociedad, pero también podemos desarrollar y ejercer nuestro propio criterio como seres con capacidades diferentes que somos, capaces de transformar creativamente la resistencia de vernos manipulados por un círculo vicioso de aculturizar para ser aculturizados después por las mismas ideas. Esa resistencia creativa se podrá ver reflejada en una identidad propia, única, diferente al ver las caritas alegres; espíritus motivados; mentes pensantes.

Referencia
LERENA, Carlos. "El oficio de maestro", en Maestros. Formación, práctica y transformación escolar. Universidad de Buenos Aires

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