CUALIDADES
DOCENTES NECESARIAS
“Enseñar no es cuestión de implementar respuestas preestablecidas a
determinadas situaciones desde un cuerpo de prescripción teórica. Requiere
hacer juicios especiales a la luz del conocimiento local e interpretaciones particulares
de conceptos cualitativos e ideales educativos”[1].
Los docentes como
profesionales de la educación tenemos o deberíamos tener diferentes cualidades
o características, las cuales podrían darnos una referencia del tipo de
maestros que somos y por consiguiente el tipo de educación que impartimos a
nuestros alumnos, es por ello que Barrow en su texto “Formación de Maestros:
Teoría y práctica”, nos menciona ciertas cualidades o características que para
él son necesarias que tengamos, en lo particular me parecen bastante lógicas y
de suma importancia, es por ello que a continuación se mencionan:
1.-Adaptar
la teoría de forma adecuada a sus necesidades.-Esta
cualidad se refiere más que nada a que de la teoría no tomemos todo tal y como
nos lo mencionan los diferentes autores y la apliquemos fidedignamente en
nuestra práctica docente, sino que la analicemos, reflexionemos, evaluemos; y
tomemos sólo lo que nos es útil y desechemos lo que no se adapta a nuestro
contexto. En palabras de Barrow esto significa que “Enseñar no es cuestión de
implementar respuestas preestablecidas a determinadas situaciones desde un
cuerpo de prescripción teórica. Requiere hacer juicios especiales a la luz del
conocimiento local e interpretaciones particulares de conceptos cualitativos e
ideales educativos”[2].
En lo particular puedo
afirmar que eso es lo que he tratado de hacer en mi práctica docente, tomar de
la teoría sólo lo necesario, sin embargo me he enfrentado con problemas
educativos donde conozco teóricamente lo que debo de hacer, pero por diversas
circunstancias, casi siempre la falta de tiempo, no he puesto en práctica a la
teoría; además de que ya son problemas que requieren de trabajar con los padres
de familia.
2.-Experiencia.-
La
experiencia práctica de la enseñanza profundiza la comprensión de la tarea, y
que debería ser una parte importante de la formación docente[3]. Esta cualidad es la que
se va adquiriendo con el tiempo, sin embargo podemos haber docente que tenemos
veinte o treinta años en el servicio y jamás o muy poco la pusimos en práctica,
o simplemente la usamos a nuestra conveniencia al afirmar –esto que hago con
mis alumnos me ha dado muy buenos resultados, lo voy a seguir haciendo toda mi
vida-. No lo niego que puede haber estrategias o actividades que sí se deben de
repetir, más sin embargo la mayoría se deben ir adaptando a las características
y necesidades de los nuevos alumnos. En lo que a mi persona respecta, he
tratado hasta donde se ha podido de ir enriqueciendo mi práctica docente a
través de los años, por ejemplo muchas de las actividades y estrategias que
apliqué en mi primer año de servicio, las he dejado atrás, simplemente por el
hecho de que ahora las considero como erradas o no aptas; sin embargo he
rescatado algunas que sigo aplicando ciclo con ciclo.
3.-Habilidades
genéricas.- Es un aspecto negativo que en numerosos
programas de educación docente se trate la enseñanza como una cuestión de
dominar una serie de habilidades genéricas, en lugar de comprender cómo deben enseñarse
determinadas cosas a determinados estudiantes, con propósitos determinados. No
obstante, puede aceptarse que existen algunas habilidades básicas que son
genéricas e importantes, como la de proyectar la propia voz o la de escribir en
forma legible sobre la pizarra[4]. Como podemos ver, estas
habilidades genéricas tienen su grado de importancia y serán de vital
importancia para motivar al alumno en su enseñanza, pues por ejemplo si nuestra
voz tiene la fuerza necesaria y la usamos adecuadamente, podría ser un “material didáctico” que nos
ayude a llamar la atención de los infantes, a meterlos en un ambiente de
tranquilidad y reflexión, esto al controlar al grupo, cosa difícil de lograr si
nuestra voz es baja y no se deja escuchar ante el mundo de risas y carcajadas
llenas de emoción y algarabía.
En lo que respecta a la
legibilidad de la letra, esta competencia debería estar adherida a nuestra
profesión, pues la mejor forma de educar es el ejemplo, y si no logramos que
nuestra letra sea entendida por los demás, cómo regañaremos o
reprenderemos a nuestros educandos por
no tener una letra legible. Los niños casi siempre tienden a imitar y más a los
adultos, por ello la importancia de esta habilidad, aunado que muchas veces las
indicaciones se dan por escrito, y si no se logra dar ese canal de
comunicación, simplemente el proceso de enseñanza-aprendizaje se puede ver
interrumpido.
4.-Características
personales.-Casi nadie discutiría la importancia de
ciertas características (v. g., la honestidad) y otras cualidades personales
(v. g. la integridad, el humor) en un maestro. Sin embargo, casi no reciben
mención alguna en los debates sobre la formación docente, quizás porque
sentimos, con razón que no hay mucho que se pueda hacer en un programa de
formación docente “para enderezar al torcido o para hacer sonreír al amargo”[5]. De forma particular estas
características que menciona el autor, sí creo que son de suma importancia pues
tienen mucha proyección hacia los alumnos, simplemente vuelvo con la idea de
educar con el ejemplo, ¿cómo invitar a nuestros discentes a llevar a la
práctica los valores morales, cuando ven que nosotros hacemos todo lo contrario?
En resumen puedo decir que estas características pueden hacer la diferencia,
aunado también con el humor o carácter, ¿a qué niño le gusta que su profe sea
enojón y mal encarado todo el tiempo?, a nadie, es por ello la importancia de sonreír
y mostrarnos alegres, esto definitivamente los hará sentirse más cómodos,
aspectos esencial para lograr un mejor aprovechamiento escolar.
5.-Comprensión
del tema.-Lo que en verdad es cierto es que la vieja ideal del
docente como un maestro en su tema no resulta tampoco adecuada. Se precisan
maestros que se preocupan y sepan cómo enseñar un tema. Pero el punto es que la
habilidad para comunicar, el arte de explicar y esclarecer, la capacidad de
responder y orientar la percepción del alumno, son cosas que sólo pueden
desarrollarse en contextos especiales[6]. Esta característica se
refiere en pocas palabras al dominio del contenido, importante pero no
suficiente; pues más que ser sujetos que pretendemos llenar los cerebros de
nuestros alumnos de conocimientos dados por nosotros mismos, nuestra encomienda
debería ser profesionales de la educación que orientan, guían, modelan,
aconsejan; con la finalidad de que sean los mismos infantes los que vayan
construyendo su aprendizaje al echar mano de todo lo que esté a su
alcance,(compañeros, libros, revistas, bibliotecas, internet, y hasta el
profesor)
6.-Finalidad
educativa.- Todas las decisiones, juicios, correcciones,
mejoras, etc. sólo pueden ser catalogadas coherentemente como tales a la luz de
algún tipo de comprensión clara de lo que es estar bien educado y, por ende,
alguna noción de éxito[7]. Es por ello de suma
importancia hacernos la pregunta ¿qué es lo que realmente pretendo con mis
alumnos, máquinas para contestar exámenes o seres humanos con habilidades,
destrezas y conocimientos que sean humanos y practiquen los valores morales?
Entorno a nuestra finalidad educativa van a girar nuestra metodología, enfoque,
estrategias y actividades llevadas a la práctica, es por ello la importancia de
que esa finalidad sea la más idónea, no para bien del profesor, sino para
bienestar del alumno y de la misma sociedad que lo rodea.
Puedo concluir afirmando que
la figura docente debe ser en pocas palabras “casi un dios”, lleno de infinidad
de cualidades y características que no cualquier ser humano posee, pero que
como docente no son necesarias sino indispensables, la invitación no es a que
las tengamos todas, sino más bien, a que primeramente pulamos las que ya
tenemos para posteriormente irnos haciendo de otras, esto a través del tiempo y
de la experiencia.
BIBLIOGRAFIA
Barrow Robín, Formación de maestros: Teoría y
práctica, en: ALLIAUD, Andrea, y
DUSCHATZKY, Laura, Maestros. Formación, práctica y transformación escolar,
Buenos Aires: Niño y Dávila Editores-Universidad de Buenos Aires, pp. 299-309
[1]
Barrow Robin, Formación de maestros:
Teoría y práctica, en: ALLIAUD, Andrea, y DUSCHATZKY, Laura, Maestros.
Formación, práctica y transformación escolar, Buenos Aires: Niño y Dávila
Editores-Universidad de Buenos Aires, p. 301
[2] Ibíd.
[3]
Ídem, p. 303
[4] Idem,
p. 304
[5] Ibíd.
[6]
Ídem, p. 305
[7]
Ibid.
Excelente resumen.
ResponderEliminarAquí están delineadas las características y tareas del profesor que busca ser profesional en el trabajo de todos los días.
Todo un programa.
Saludos.