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viernes, 15 de febrero de 2013

La imposición mata el gusto por la lectura.


La imposición mata el gusto por la lectura

Los maestros, o los profesores de enseñanza básica, se caracterizarían también por el autoritarismo pedagógico y por el conservadurismo político[1].

En México se tiene un problema grave que lo ha distinguido durante  varias décadas, este problema es la falta del hábito de la lectura en general en toda la población, profesionales o no profesionales, según estudios son muy pocos los libros anualmente leídos por los mexicanos en comparación con otros países. Este problema puede tener varias causas, entre las que se pueden mencionar la falta de cultura de la lectura en las casas, la falta  de acervos en los hogares, así como la imposición de la lectura en las escuelas. Esta última lo único que ha provocado es que los alumnos aborrezcan y rechacen la lectura.

Lo anterior puede ser resultado de lo que menciona Lerena, pues este afirma que “Concretamente, y dicho en crudo, los maestros de los pobres, los maestros de las clases populares, no están esencialmente para enseñar, para hacer crecer o desarrollar un conjunto de hábitos en sus alumnos, sino que están para delimitar el conjunto de hábitos legítimos. Para que los valoren y los reconozcan más que para que positivamente los aprenda. En otro lenguaje, están para imponer la legitimidad de la cultura dominante y no tanto para inculcar esa cultura”[2]. Está claro que como docentes si queremos inculcar y llevar a la práctica esa cultura dominante que menciona Lerena, en este caso el hábito de la lectura, es importante saber de antemano que se requiere bastante tiempo, en el cual primeramente constantemente podemos leer en voz alta a nuestros alumnos textos de su interés, luego invitarlos a que lean sus textos que ellos mismos redactan, para pasar posteriormente a leer textos de su interés. Con los padres de familia debemos concientizarlos sobre la importancia que tiene la lectura en los alumnos como una competencia básica para seguir aprendiendo, después los podemos involucrar en actividades de lectura como lo son los cafés literarios. El objetivo es que no vean la lectura como algo aburrido y tedioso, sino como una actividad que puede ser divertida y placentera.

Quizás la forma de querer inculcar el gusto por la lectura en nuestros alumnos no ha sido la más acertada, esto debido que primeramente como docentes tampoco tenemos el hábito de la lectura, nos piden que pongamos a leer a nuestros alumnos y eso es lo que hacemos, más nosotros jamás o casi nunca leemos frente a nuestros alumnos. Es claro que el problema  del hábito de la lectura entre los alumnos es más grave o más difícil de erradicar entre los alumnos de las clases populares o rurales en nuestro caso, primero porque muchas familias a penas si tienen para comer, lo que hace casi imposible la adquisición de libros, segundo, los papás son menos conscientes que la lectura puede ayudar a sus niños en sus estudios; en cambio los papás de clases medias son personas de un nivel de estudios más elevado, tienen más recursos económicos para poder adquirir diferentes acervos, son personas más comprometidas a que sus hijos obtengan buenas calificaciones. Es por ello que estoy muy de acuerdo con Lerena cuando afirma que “Dentro de aquellas escuelas en donde el alumnado es de clases medias, o en donde las clases populares son minoritarias, el maestro se comporta, valga la expresión, como en familia. Por el contrario, cuando entre el alumnado predominan las clases populares, lo que constituye el centro de la escena escolar es el problema de la disciplina. Se trata está claro, de la imposición de una tarea de aculturación. Primero, esa tarea exige un ethos característico. Segundo, esa tarea no se lleva a cabo sin la resistencia, activa o pasiva, de los alumnos”[3].

Como docentes tenemos bastantes limitaciones y deficiencias, sin embargo si tenemos las ganas y el compromiso de mejorar lo haremos, es por ello que me quedo con la siguiente frase “Para decirlo como Durkheim: estos rasgos o los otros no son un dato de partido, en cierto modo no son suyos, no les pertenecen. No son los maestros quienes fundamentalmente hacen la escuela, si no la escuela la que hace a los maestros[4]”.

 

 

BIBLIOGRAFIA

LERENA, Carlos, “El oficio de maestro. Posición y papel del profesorado de primera enseñanza en España” (1998), en: ALLIAUD, Andrea, y DUSCHATZKY, Laura, Maestros. Formación, práctica y transformación escolar, Buenos Aires: Niño y Dávila Editores-Universidad de Buenos Aires, pp. 23-61.

 



[1] Ídem, p. 39
[2] Ídem, p. 41
[3] Ídem, p. 49
[4] Ídem, p. 40

1 comentario:

  1. Excelente, maestro:

    Un tema de sociología de la educación, en palabras de Carlos Lerena, usted lo convierte en motivo de profundización de su tema de estudio.

    De su escrito aprendo que es difícil que el profesor inculque el gusto de la lectura, cuando tiene el hábito profesional, impuesto por el sistema educativo, de imponer una cultura extraña.

    Saludos.

    Hugo Ávila Gómez

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